Al referirse al acontecimiento de los ‘Santos Inocentes Mártires’, que la Iglesia católica conmemora el 28 de diciembre y que recuerda a tantos niños que el cruel Herodes mandó matar, monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, arzobispo de Tunja, recordó que esta es una celebración en la que se brinda un homenaje a tantos niños no nacidos, así como a jóvenes y adultos que a diario padecen el flagelo de la violencia y la guerra.
“Lo ocurrido a los Santos Inocentes es una trágica historia que se ha repetido y se sigue repitiendo a lo largo del tiempo, con distintos y variados escenarios, con nuevos personajes: nuevas víctimas, nuevos “Herodes”, que determinan la muerte, no sólo de niños cuando aún están en el vientre materno, sino también de jóvenes y adultos en masacres, mutilaciones, con la eutanasia, los atropellos a la dignidad de las personas, los bloqueos sicológicos”, asintió el arzobispo.
Observó que esta fiesta litúrgica, con el correr de los tiempos, se ha ido desdibujando y ridiculizando “por causa del mundo que pregona ser “laico” y por causa del secularismo y, en ocasiones, por la falta de respeto por lo religioso”.
Monseñor Villa, al referirse a la pandemia que invade y acorrala a la humanidad, dijo que así como este virus ha permitido descubrir en muchos el ser noble, en otros ha mostrado ese lado oscuro de la persona. Igualmente, recordó que esta emergencia sanitaria ha dejado evidenciar que hay muy pocas cosas sobre las que el ser humano puede decidir o tener el control. “Un virus invisible nos acuarteló, nos distanció y nos hizo notar que somos frágiles y no nos la sabemos todas”.
En este contexto evocó las palabras del papa Francisco: “Ha salido a la luz la fragilidad, la vulnerabilidad y la pequeñez humana, ante lo cual no nos queda otra opción que reconocer que dependemos del otro, incluso del que considerábamos más pequeño, para poder sobrevivir”.
Frente a este escenario, que a veces pareciera sombrío, el prelado rescató que este es un tiempo para la esperanza y la solidaridad. “Que los Santos Inocentes Mártires nos ayuden a sacar lo mejor, las mejores lecciones de vida, para que una vez superada esta contingencia estemos precisamente del lado de la vida, de la familia, del lado de la solidaridad, la justicia, la equidad, el servicio, del amor distintivo del discípulo de Cristo”.
Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia